Introducción
La fiebre tifoidea es una infección sistémica causada por Salmonella entérica serovariedad typhi y paratyphi A, B y C. La falta de higiene y condiciones sanitarias deficientes predisponen a su diseminación, siendo endémica en países de bajos recursos donde ocasiona un gran problema de salud pública. Se estima que se producen 11 millones de casos al año con 130.000 muertes en Asia y África. En América Latina se desconoce la prevalencia actual de la enfermedad.
El tratamiento con quinolonas es efectivo, pero se ha observado un incremento de aislamientos resistentes que generó modificaciones en las recomendaciones terapéuticas.
A continuación, presentamos un caso de fiebre tifoidea resistente a quinolonas.
Caso clínico
Mujer de 31 años de edad que entre mayo y julio de 2016 recorrió India y Nepal. No realizó consulta previaje. Durante su estadía en Pokhara (Nepal) cursó internación por síndrome febril agudo asociado a dolor abdominal y diarrea acuosa. Recibió múltiples antibióticos (quinolonas, azitromicina, betalactámicos) durante 11 días, evolucionando con remisión del cuadro. Tres semanas después, al regresar a nuestro país, consultó por fiebre de 5 días de evolución y dolor abdominal en fosa ilíaca derecha. En el laboratorio presentó anemia normocítica normocrómica, plaquetopenia leve, aumento de transaminasas y lactato deshidrogenasa. Se realizó ecografía de abdomen que evidenció hepatoesplenomegalia leve y múltiples adenopatías mesentéricas de hasta 19 mm. Se descartó malaria e infección por HIV. Se rescató en hemocultivos Salmonella typhi resistente a ciprofloxacina y cefalotina, sensible a ampicilina, ceftriaxona, imipenem y cotrimoxazol. Cumplió tratamiento con ampicilina por 14 días, con buena evolución. No presentó recaídas a la fecha.
Discusión
Fiebre tifoidea es una enfermedad infrecuente en Argentina, reportándose solo cuatro casos en el 2016, todos importados. Sin embargo, el incremento de viajes a países endémicos de Asia asociado a las corrientes migratorias de países limítrofes promueve un escenario epidemiológico posible para su introducción y diseminación.
Los antibióticos utilizados para el tratamiento son betalactámicos, cloranfenicol, sulfonamidas, quinolonas y macrólidos. El tratamiento con quinolonas tiene baja tasa de recaídas y rápida respuesta clínica, pero su uso indiscriminado generó incremento de aislamientos resistentes, reportándose hasta un 37,9% en el subcontinente indio. En cambio, en África Subsahariana prevalecen los aislamientos multirresistentes (resistencia a cloranfenicol, ampicilina, cotrimoxazol). La resistencia a ceftriaxona es baja globalmente y se mantiene estable, con una prevalencia estimada de 1,5%.
La recomendación actual es adecuar el tratamiento empírico según el patrón de resistencia local, utilizándose azitromicina para las formas leves y cefalosporinas de tercera generación para las formas graves en pacientes que provengan de India y otras regiones con resistencia a quinolonas.
Conclusión
La fiebre tifoidea debe considerarse como diagnóstico diferencial en el síndrome febril postviaje, y su tratamiento empírico debe adecuarse al patrón de resistencia de cada área endémica.