La estrategia propuesta para lograr controlar la epidemia en 2030, conocida como 90’90’90, requiere de estrategias innovadoras para que las personas que conocen su serología y se vinculan con el sistema de salud para comenzar el tratamiento antirretroviral, mantengan, por el resto de su vida, el tratamiento, las visitas médicas y los controles de carga viral y recuento de CD4. Esta aspiración es un enorme desafío para muchas personas, especialmente aquellas que viven en áreas rurales alejadas de los centros médicos que proveen servicios de infectología.
En la conferencia se han presentado dos opciones valiosas y exitosas, desarrolladas en África, que tienen buena acogida por parte de la comunidad y descongestionan los servicios de salud pública, saturados y con demasiadas trabas burocráticas para muchos pacientes.
Uno de ellos ha sido probado por más de 10 años en Mozambique por Médicos del Mundo y consiste en la creación de Grupos Comunitarios de Tratamiento Antirretroviral (CAG -Community ART Group-, por sus siglas en inglés). Los grupos incluyen un promedio de 3 miembros, que se reparten la tarea de ir una vez al mes hasta la clínica para retirar el tratamiento para todo el grupo.
En esa visita mensual pueden evacuar las preguntas del grupo con el personal médico y a quien le tocó ir, hace su chequeo de carga viral y CD4. El mes siguiente, irá otro miembro del grupo y llevará adelante la misma rutina. Este modelo ha sido estudiado en 687 grupos que incluyen a 2167 pacientes, comprobando una altísima retención y una supresión viral del 70%. Aquellos que abandonan el grupo, o no consiguen estar indetectables, son contactados por consejeros que buscarán acompañarlos para que reinicien su atención médica de manera individual. El estudio concluye que la estrategia es muy positiva tanto por el fortalecimiento comunitario como por el apoyo en la adherencia entre los miembros del grupo y por su costo efectividad tanto en términos económicos como emocionales.
Otra estrategia se ha llevado adelante en Sudáfrica, un país con más de 7 millones de personas infectadas, con una cobertura de tratamiento de más de 4 millones y que aspira a sumar a dos millones de personas más en los próximos dos años. Han generado Clubes de Adherencia que colaboran con el sistema de salud a través de organizaciones comunitarias, encargadas de apoyar a aquellos pacientes que se mantienen estables en su tratamiento así como de llegar a aquellos que han perdido contacto con el sistema de salud, a través de trabajadores pares que recorren el territorio. Los clubes ofrecen un servicio que insume entre 45 y 60 minutos e incluye el registro a través de una tarjeta personalizada, una charla de temas de salud integral, asesoramiento nutricional, chequeo de infecciones de transmisión sexual y tuberculosis, entrega de medicación por 3 meses, registro de los datos obtenidos en la visita en la tarjeta personal por parte del equipo de salud y despedida hasta el próximo trimestre. Este modelo ha tenido un 95% de retención por parte de los pacientes y ha fortalecido la integración de la comunidad con el sistema nacional de salud.