“Ya sabemos qué hacer, el problema es cómo hacerlo en un contexto en el cual el financiamiento internacional está decayendo”. Este podría ser el resumen del workshop “La meta 90-90-90 de la ONU” que, como parte de la pre-conferencia de #AIDS2016, organizó ONUSIDA junto a la División de SIDA de la Universidad de British Columbia de Vancouver, Canadá, que dirige Julio Montaner.
La estrategia 90-90-90 adoptada por ONUSIDA se plantea llegar al año 2020 con el 90% de las personas con VIH conociendo su diagnóstico, el 90% de ellas en tratamiento, y el 90% de quienes están en tratamiento con carga viral indetectable. Si logramos este objetivo para 2020, podremos tener controlada la epidemia en 2030 ya que los nuevos caerán drásticamente.
A lo largo del día en las diferentes sesiones compartimos lo que sabemos hoy: tenemos la evidencia científica de lo que sirve: expandir el tratamiento en el contexto de la estrategia de prevención combinada, utilizando todas herramientas disponibles. Esto incluye Profilaxis Pre Exposición (PrEP), circuncisión en los países de alta prevalencia, educación sexual, mercadeo social del preservativo, reducción de daños para usuarios de drogas, entre otras. Y, por supuesto, el acceso ampliado a la terapia antiretroviral para todas las personas con VIH.
Sabemos que eso funciona, pero tenemos dos problemas: cómo lo implementamos en la práctica y cómo lo hacemos en un contexto en el cual el financiamiento internacional está aplanado y, en algunos casos de los países más poderosos, se han ido reduciendo. Ayer un reporte de la Kaiser Family Foundation y ONUSIDA mostró que por primera vez en 5 años los fondos disponibles para que los países de bajos y medianos ingresos hagan frente a la epidemia bajaron de 8.600 millones de dólares a 7.500 millones.
Junto a la necesidad de que los países más poderosos incrementen su aporte, urge que países ricos como los países del Golfo Pérsico y Arabia Saudita y países de ingresos medio/altos que forman parte del G20 (como la Argentina) comiencen a contribuir financieramente con el Fondo Mundial de la lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria.
Si no, corremos no solamente el riesgo de no llegar al 90-90-90, sino de perder muchos de los logros que se han establecido en la última década. Ya tenemos 17 millones de personas en tratamiento, pero tenemos que llegar a 30 millones, y tenemos que llegar rápido, en el curso de los próximos cuatro o cinco años si es que queremos realmente controlar la epidemia.