La evidencia científica recabada en las últimas tres décadas ha demostrado suficientemente el impacto negativo del estigma en la salud y calidad de vida de las personas que viven con VIH. Asimismo, ha puesto al descubierto su papel de motor de la expansión de la epidemia y obstáculo para la acciones preventivas y asistenciales. Por este motivo, no podía estar ausente en esta Conferencia, al igual que las anteriores, especialmente porque aún continúa siendo un problema que requiere solución, para poder alcanzar metas como el 90-90-90.
La edición de este año contó con expertos en este tema y referentes académicos actuales de gran importancia, como Stephan Baral y Laura Nyblade. Ambos expusieron los resultados más recientes obtenidos en sus trabajos de investigación en estigma, mencionaron los desafíos que aún están pendientes y las futuras líneas de acción, en sus ponencias en la jornada del día 26.
Ambos hicieron hincapié en la importancia de la medición del estigma mediante instrumentos válidos que proporcionen información confiable aplicable al desarrollo de intervenciones y la evaluación de su eficacia. Baral, en este sentido, planteó la paradoja de que aquellos entornos y países que parecen ser más estigmatizantes son los que más carecen de datos acerca del tema. Específicamente en relación con el estigma dirigido a poblaciones clave, que poseen otros atributos estigmatizados que se intersectan con el hecho de vivir con VIH, el investigador destacó la escasez de estudios al respecto. En una revisión llevada a cabo por él y su equipo, solo el 50% involucraba a hombres que hacen sexo con hombres (HSH) y de ese porcentaje, solo el 40% había utilizado un instrumento de medición válido. El porcentaje para trabajadoras y trabajadores sexuales es aún más bajo: apenas supera el 30%. En su estudio acerca de estigma en HSH, Baral halló que el estigma elevado se asociaba a mayor uso de sustancias y a depresión, algo que es altamente consistente con los datos disponibles hasta el momento. En particular, la depresión se asoció a mayor anticipación de estigma especialmente en servicios de salud, por lo que se concluye que los HSH con elevados niveles de depresión son una población clave a la que se deben dirigir los programas de reducción del estigma. Asimismo, en una investigación llevada a cabo con HSH de Lesotho, Africa, Baral halló que el estigma proveniente de servicios de salud tenía un efecto en la realización de prácticas sexuales de riesgo.
Con estos estudios, Baral pone en el centro de atención el efecto de la intersección de diversos estigmas, lo que potencia su impacto negativo. En otra investigación realizada en Costa de Marfil, África, comparó HSH y mujeres trans respecto de sus experiencias de estigma. Ambos grupos reportaban una frecuencia elevada de estigmas por su identidad de género, orientación sexual o estatus respecto del VIH. Sin embargo, las mujeres trans informaron haber sido rechazadas y excluidas por familia y amigos con más frecuencia y mayor cantidad de episodios de violencia física y golpes, violaciones y arrestos que los HSH. Asimismo, fueron más las mujeres trans que reportaron haberse sentido deprimidas en las últimas dos semanas. En este sentido, se aprecia el impacto aumentado de la intersección de más de un estigma, mostrando que las mujeres trans son una población crítica en términos de necesidad de intervenciones para reducir el estigma.
En esta línea, se presentaron algunas experiencias que han arrojado resultados positivos en cuanto a su eficacia para aminorar el estigma en contextos de atención de la salud. Baral presentó un modelo de intervención denominado Marco de Intervención Integrado para la Mitigación del Estigma. Este modelo aplicado en Senegal, África, actúa en tres niveles (comunitario, clínico y pos-clínico) y combina entrenamiento y capacitación a trabajadores de la salud y trabajo entre pares. Con esta intervención se logró una reducción significativa del miedo y la evasión a buscar servicios de salud por parte de las personas viviendo con VIH. Asimismo, se redujo el sentimiento de haber sido maltratado por un trabajador de la salud.
Por otro lado, Laura Nyblade presentó los resultados de otra experiencia de intervención para reducir el estigma por parte de servicios de salud puesta en práctica en Ghana, África. La investigadora enmarcó esta intervención dentro del enfoque llamado Total Facility Approach, que busca abordar la totalidad de las personas involucradas en un servicio de salud, desde quien realiza tareas administrativas y de seguridad hasta los profesionales de la salud, bajo la premisa de que el estigma puede provenir de parte de cualquiera que sea un componente del servicio. La intervención consistió en una primera etapa de formación de formadores, siendo estos últimos miembros del servicio de salud. En una segunda etapa, esta capacitación fue replicada por ellos al resto de los miembros del servicio, incluyendo temas de estigma, género y diversidad sexual y empatía. Los servicios que recibieron la intervención experimentaron una reducción significativa de las actitudes y conductas estigmatizantes hacia los pacientes respecto de otros servicios que actuaron como control.
Ambos investigadores propusieron claves y lineamientos para el desarrollo de intervenciones de reducción del estigma: usar enfoques participativos que involucren a todos los actores de cada servicio de salud, rompiendo con las jerarquías y fortalecer las capacidades y conocimientos de las personas. Ambos resaltan el papel central de la medición y cuantificación del estigma. La medición resulta imperativa no solo con el fin de evaluar la eficacia y éxito de las intervenciones, sino que se proponen otros usos novedosos de los datos cuantitativos como catalizadores del cambio en los sujetos al proporcionarles evidencia concreta acerca de su entorno y sus propias prácticas. Por ejemplo, algunos trabajadores de la salud no eran conscientes de su conducta estigmatizante ni del impacto de esta hasta que fueron enfrentados con los datos cuantitativos de los cuestionarios. Finalmente, hubo un consenso acerca de la necesidad de incorporar la intersección de estigma diversos en las intervenciones, lo que constituye uno de los principales desafíos de cara al futuro.