Por Mar Lucas
Directora de Programas de Fundación Huésped
La conferencia tiene varias sesiones dedicadas a las poblaciones clave, la mayoría de ellas apuntando a los hombres que tienen sexo con hombres, las personas trans, las trabajadoras sexuales y las personas en situación de cárcel. Hoy, en cambio, hubo una sesión dedicada a destacar los desafíos que enfrenta la población migrante y su específica vulnerabilidad frente al VIH.
Una de las principales dificultades que todas las investigadoras acordaron en destacar es la definición misma de migrante como un colectivo homogéneo, cuando en su esencia implica una gran diversidad de dimensiones múltiples y complejas. Valerie Delpech, referente del Ministerio de Salud Pública de Inglaterra, señalaba las diferencias en relación al estatus socioeconómico, el lenguaje, la cultura, la capacidad de navegar en el sistema de salud, etc. La definición más simple sería aquel que vive en un país diferente del que nació. Pero esto, en general invisibiliza, tanto en los estudios como en las políticas, a las segundas y terceras generaciones de migrantes, a quienes están en países de paso hasta el lugar al que quieren residir y muchas otras situaciones que generan, entre otras cosas, un acceso desigual a los sistemas de salud y una mayor vulnerabilidad al VIH y otras infecciones de transmisión sexual.
En la sesión se presentaron estudios que revelan que la transmisión entre las poblaciones migrantes se da en un porcentaje parecido tanto en los países de origen como de acogida. Al estigma y la discriminación asociadas al VIH se suma el ser migrantes y, en muchos casos, pobres. Es necesario aumentar los estudios que buscan comprender su forma de vida para encontrar la mejor manera de acercarlos y mantenerlos en los sistema de salud.
En Francia se han llevado a cabo varios estudios al respecto cuyos resultados preliminares son presentados en esta ocasión. Desde la organización AIDES, han sistematizado las violaciones a los Derechos Humanos que afectan desproporcionadamente a la población migrante, aumentando su vulnerabilidad al VIH. Caroline Izambert, referente de la organización, señala en este sentido los efectos producidos por la exclusión social y legal respecto a derechos fundamentales como el derecho a la integridad de la persona, que se vulnera en las estrategias de testeo compulsivo a solicitantes de refugio y permiso de residencia, a pesar de las recomendaciones internacionales, como la declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial o el pacto internacional de derechos civiles.