La Conferencia Mundial sobre el Sida ofrece servicios de reducción de daños a todas las personas que usen drogas. Los mismos incluyen el suministro gratuito de equipo para uso e inyección de drogas, contenedores de objetos punzantes y personal de salud en el Centro de Convenciones, así como condones. Existen zonas específicas para obtener información médica y, si es necesario, prescripciones de metadona o suboxone. En consonancia con la política nacional de los Países Bajos, las ambulancias y las salas de emergencia de los hospitales de Ámsterdam están equipadas con naloxona. En caso de sobredosis de opiáceos, los médicos de turno en las ambulancias y salas de emergencia pueden inyectarla. Además, aclaran que en los Países Bajos, la asistencia médica se puede utilizar sin temor a la persecución.
En muchos otros países, la persecución y criminalización de los y las usuarias de drogas sigue siendo ley. Tal vez por esta política de reconocimiento de derechos ha habido varias sesiones dedicadas especialmente al trabajo con usuarios de drogas desde el modelo de reducción de riesgos y daños. Se han presentado algunos modelos innovadores que facilitan el acceso a los sistemas de salud para los usuarios, desde la empatía y el respeto a sus derechos. La evidencia mostrada es tremendamente poderosa, y triste.
Uno de las propuestas, probada con éxito en varios países europeos a través de ONGs y adoptada como política pública en Australia, son las habitaciones para consumo de drogas (DCR -drug consumption rooms-, son las siglas en inglés). Son espacios con cabinas individuales donde las personas pueden consumir en un contexto seguro. En Australia, con una inversión de 1 billón de dólares australianos durante 5 años, con la que se propuso llegar a 2000 usuarios por año sin contacto con el sistema de salud, han logrado tener 1 millón de visitantes a los DCR, con 0 casos de sobredosis letales, 7500 sobredosis manejadas en el espacio y más de 13000 derivaciones al sistema de salud.
Las redes europeas de DCR han elaborado desde 2014 guías de intervención y han recolectado evidencia, tomando en cuenta tanto el punto de vista de los usuarios como el de los proveedores de salud. La mayoría cuenta con personal de enfermería y de trabajo social rentado que trabaja tanto la reducción de daños en el consumo como la prevención y manejo del VIH y la hepatitis C. Esta última es la infección de mayor prevalencia entre quienes consumen drogas, llegando a un 63% en Alemania o un 43% en España. Los estudios han probado que combinar la asistencia para el consumo con el testeo y manejo de VIH y HCV es la estrategia que más facilita la retención de las personas en el sistema de salud.
En países de Europa del Este donde se están probando estrategias parecidas con sustitución de metadona, se ha encontrado mucha resistencia por parte de los usuarios, sobretodo debido a la expectativa de que la inclusión en programas de reducción de daños fuera una solución en el corto plazo, que no involucrara la dependencia a la metadona. Algunas otras consideraciones a tener en cuenta para el éxito de un Programa de Reducción de daños incluyen la construcción de reglas flexibles para la inclusión y permanencia en los programas, que la elección de las dosis de metadona se base en una comunicación abierta entre el personal médico y los usuarios, que tenga en cuenta su punto de vista y sus necesidades y que el programa incluya experiencias placenteras. De otro modo, los usuarios sienten que ser parte del programa les lleva a tener menos control de sus propias vidas que cuando estaban consumiendo drogas. Otras recomendaciones plantean la posibilidad de que puedan llevar la metadona a sus hogares, o conseguirla en farmacias o clínicas cercanas a sus domicilios y que los programas incluyan consejería entre pares, incluyendo otras poblaciones clave como trabajadoras sexuales.
En Sudáfrica también se han desarrollado programas de intercambio de jeringas y sustitución de opiáceos, dentro de programas de prevención combinada que incluyen el apoyo para la salud integral, distribución comunitaria de insumos, trabajadores pares para el contacto con los usuarios, y la incidencia para reformar las leyes punitivas contra los consumidores. El acompañamiento psicosocial ha demostrado ser también muy importante para la adherencia en este tipo de programas, así como la facilitación conjunta de servicios de VIH y HCV.
En la mayoría de los países donde el consumo de drogas es penalizado, tan importante es ofrecer servicios de reducción de daños como de acompañamiento legal. En el mundo hay una verdadera epidemia de injusticia respecto a los y las usuarias de drogas, que requiere estrategias innovadoras para la incidencia y la asistencia de esta población. Países como Indonesia o Rusia, en donde no deja de aumentar la cantidad de personas encarceladas por consumir o tener drogas, la sociedad civil se ha organizado con innovadoras propuestas par dar asistencia a su población.
En Indonesia generaron equipos paralegales conformados por pares entrenados, que asisten en todas las fases del proceso legal, acompañando también en el acceso a la salud, tanto en la provisión de terapias de sustitución opiácea como en servicios de VIH y HCV. En Rusia, equipos de abogados transitan las calles en camionetas para ofrecer ayuda social, información sobre sus derechos, mediación y patrocinio jurídico. Una parte importante de su trabajo es dar apoyo emocional y empoderamiento para elejercicio de sus derechos, encontrando como una de las mayores dificultades el estigma internalizado de las personas que asisten.