Una de las diferencias de esta Conferencia es que ha dado un lugar destacado, en varias sesiones, a la salud mental como un componente a tener en cuenta en los servicios de VIH, tanto desde el cribado de psicopatologías como para el acompañamiento en momentos críticos del proceso de aceptación del diagnóstico y la incorporación de las rutinas de cuidado a la vida cotidiana. Se ha puntualizado la necesidad de generar estudios con una perspectiva interseccional, que de cuenta de todas las posibles fuentes de estigma en cada persona, y su relación con los marcadores biológicos del sistema inmune.
Esta mirada puede ayudar a entender alguna de las brechas que encontramos en la cascada de atención, si profundizamos en la investigación sobre los componentes psicosociales de la epidemia. La depresión, la ansiedad y el consumo problemático de drogas y alcohol son las tres principales patologías que ocurren conjuntamente con otros padecimientos en las personas con mayores vulnerabilidades. Se presentaron interesantes preguntas sobre si se sucederán en la percepción de estigma y discriminación a partir de la difusión de las evidencias científicas sobre la relación entre la indetectabilidad del virus y su no transmisibilidad (U:U -undetectable:untrasnmittable- en inglés).
La depresión se ha visto asociada al uso inconsistente del preservativo, así como a una peor adherencia tanto al tratamiento como a la profilaxis. Los estudios no dan cuenta de un único modelo, sino que promueven tener una batería de estrategias de corto y medio plazo para ofrecer a cada persona, en función de sus necesidades particulares en ese momento.
La población adolescente tiene particularidades específicas en cuanto a la salud mental, debido a los cambios propios de esa etapa de la vida. En aquellos que viven con VIH se ha comprobado que tienen el doble de riesgo de no llegar a la supresión viral, 40% más desórdenes psiquiátricos y consumo problemático de sustancias y prácticas sexuales sin protección. Se presentaron varios modelos probados en población adolescente en África, Asia y Oceanía con resultados de mejora en rasgos depresivos, de ansiedad y autoestima, así como en la adherencia al tratamiento.
El primer modelo trabaja con historietas que ilustran la vida de un adolescente con VIH en un entorno parecido al que encuentran las familias convocadas a participar. En cada lugar la historieta se adapta y reescribe para adecuarse a la cultura local y las necesidades de los adolescentes estudiadas. En África el modelo se llama CHAMP+ y en Asia Suubi+. La propuesta consiste en la participación de 8 o 10 familias en 10 encuentros en los que, además de compartir el almuerzo, trabajan con las historietas, conversando sobre autoestima, cómo lidiar con el estigma y la discriminación, la negociación entre pares en situaciones estresantes (como la invitación a consumir sustancias o a tener sexo), el conocimiento sobre VIH y otras ITS, la adherencia, el develamiento, la pubertad y el desarrollo en la adolescencia. Las familias participantes logran fortalecer sus vínculos y profundizar el apoyo social para acompañarse en los momentos difíciles que puedan venir. Las historietas han sido una gran ayuda para que las familias puedan mejorar su comunicación sobre temas que les resultan especialmente difíciles, como la tristeza, la soledad, el duelo por la muerte de algún familiar o amigo, o la sexualidad. En Asia el proyecto incluye un componente de apoyo económico para que quienes participan ahorren para cubrir sus estudios, a través de un acuerdo con los bancos para que, por la cantidad ahorrada por el o la adolescente, los bancos aporten la misma cantidad. Los participantes de este modelo han logrado 10 veces más supresión viral que quienes estaban en la rama de control.
El modelo estudiado en Australia se basa en entender que el viaje desde la infancia hasta la adolescencia puede ser maravilloso, dependiendo sobretodo de la fortaleza de la red social que ayude a atravesar los momentos difíciles. Contar con una red social y el apoyo de tus pares como para compartir con alguien tus emociones y pensamientos más profundos, es fundamental en este momento de la vida. Sin embargo, los y las adolescentes con VIH muchas veces no han hablado con nadie de su entorno sobre su serología. Este modelo trabaja con la herramienta network canvas, que facilita el procesamiento de datos complejos. En este caso, a través del uso de tablets, les piden a los adolescentes que construyan su red social, generando con ello un dibujo en el que puede verse cómo es de ancha, compleja o rica la red social de cada persona. Comparando los datos con otras poblaciones, se ve que los y las adolescentes con VIH tienen redes pobres, con sus miembros desconectados, con los que no tiene conversaciones íntimas, donde falta comunicación y confianza y sin recursos externos, como apoyo médico. A partir de estos descubrimientos, generan grupos de pares en hospitales, donde los adolescentes se encuentran semanalmente con otros chicos y chicas de su edad que también necesitan los servicios del hospital, para otro tipo de situaciones crónicas de salud. Estos espacios grupales se convierten en lugares seguros en los que pueden compartir sin temor, descubriendo que todos atraviesan situaciones complejas y aprenden de sus propias fortalezas y las de los demás.