La mesa “El impacto de leyes, políticas y prácticas punitivas sobre la vulnerabilidad de trabajadoras/es sexuales en relación al VIH y el respeto de sus derechos humanos” estuvo totalmente integrada por trabajadores/as sexuales que abordaron la problemática desde su propia experiencia. En primer lugar, Manjula Ramaiah (ASHODAYA, India) se refirió al cierre de burdeles y la persecución en las calles de Bangladesh, Indonesia, y otros países de la región.
Por su parte, Kelli Dorsey (St. James Infirmary, Estados Unidos) expuso sobre leyes recientemente sancionadas en Estados Unidos (SESTA y FOSTA) que hacen que los sitios Web sean legalmente responsables de todo su contenido y permite que cualquier persona pueda demandarlos. El objetivo de las mismas es ir contra la trata de personas, pero la expositora planteó que al no poder publicitar sus servicios en internet, quienes ejercen el trabajo sexual se ven en la disyuntiva de dejar de trabajar o hacerlo en la calle, donde no está permitido.
A continuación, Patrick Francois Waffo Lele (Avenir Jeune de l’Ouest, Camerún) abordó la mirada social reforzada por las normativas punitivistas, caracterizada por una idea negativa sobre el trabajo sexual y la venta del propio cuerpo, que lleva al estigma y la exclusión. Cynthia Navarrete (APROASE, México) planteó que si bien en en México el trabajo es una falta administrativa y no un crimen, la falta de regulación hace que las personas estén expuestas a la extorsión policial y la violencia institucional. Además, desde la sanción de la ley contra la trata de personas (en 2007 con la última modificación en 2014), las trabajadoras sexuales se han visto cada vez más perseguidas y se dejó de incluirlas en acciones de colaboración con el gobierno en la respuesta al VIH. En el país hay al menos 15 mujeres actualmente encarceladas por esta ley mientras que el crimen organizado sólo les permite mantener su trabajo bajo extorsión y amenazas de muerte.
Anna Kouroupou (Red Umbrella Athens, Grecia) planteó que desde la primera ley de 1834 que tenía como objetivo prevenir la sífilis hasta la última reforma de 1999 las regulaciones nunca fueron pensadas para proteger a quienes ejercen el trabajo sexual. Finalmente, Thierry Schaffauser (STRASS, Sindicato francés de trabajadoras/es sexuales, Francia) habló sobre la situación en su país a partir de la ley sancionada en 2016 que ha sido evaluada positivamente por quienes buscan la eliminación del trabajo sexual, ya que de hecho hay menos pero se realiza en peores condiciones: más exposición a violencia, necesidad de trabajar en lugares remotos, aceptación de clientes y prácticas que en otras circunstancias rechazarían. Asimismo, sostiene que no ha contribuido a reducir la trata de personas.
Los puntos en común entre todas las exposiciones, recogidos por el coordinador de la mesa Lucas Stevenson (Comité Internacional sobre Derechos de Trabajadoras/es Sexuales en Europa, Países Bajos) son:
Lo único que han logrado las medidas punitivistas es el incremento de los riesgos, la vulnerabilidad, la violencia y la inseguridad. Al mismo tiempo se niega la recepción de servicios básicos de salud y se limitan las posibilidades de iniciativas autogestionadas para brindar información y contención entre pares. A mayor clandestinidad en el ejercicio del trabajo sexual, se reduce la seguridad y se incrementa el peligro.
La estigmatización, la exclusión social y la criminalización tienen asimismo un impacto negativo en la salud mental, lo que puede incrementar la toma de riesgos.
La mayoría de las trabajadores sexuales son sostén de sus hogares o el del trabajo sexual es su único ingreso, por lo que toda regulación que limita su trabajo impacta fuertemente no sólo en ellas sino en su familias.
Las políticas y programas vinculadas al trabajo sexual o la trata de personas que en definitiva afectan a la población de trabajadores sexuales, deben ser planeadas, implementadas y evaluadas con su participación, escuchando sus necesidades y experiencias. El llamado no sólo fue hacia los gobiernos, sino también hacia la sociedad civil, se demandó apoyo hacia el movimiento para mantener su agenda presente y con protagonismo.
Finalmente, a partir de las intervenciones del público se introdujo como tema la PrEP, desde la mesa se planteó que dentro del movimiento de trabajadores/as sexuales existen diferentes miradas dadas por la diversidad misma del movimiento, por lo que cualquier intervención tiene que ser pensada con la participación de ellos/as. Principalmente se planteó que no es una prioridad, sino que hay otras demandas más urgentes en la agenda. El cierre de la mesa terminó con el grito “Sexual work is work”. Trabajo sexual es trabajo.