En un pequeño estudio en personas que cambiaron su modo de alimentación, investigadores de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos observaron cambios rápidos y distintos en el sistema inmunológico en aquellos que adoptaron una dieta vegana o cetogénica (también llamada keto).
Tras monitorear de cerca varias respuestas biológicas de personas que consumieron secuencialmente una dieta vegana y cetogénica durante dos semanas hallaron que la dieta vegana provocó respuestas relacionadas con la inmunidad innata, incluidas las respuestas antivirales. Además, promovió más vías relacionadas con los glóbulos rojos, incluidas las involucradas en el metabolismo del hemo, lo que podría deberse al mayor contenido de hierro de esta dieta.
Por su parte, la dieta cetogénica provocó aumentos significativos en los procesos bioquímicos y celulares relacionados con la inmunidad adaptativa, como las vías asociadas con las células T y B. Además, afectó los niveles de más proteínas en el plasma sanguíneo que la dieta vegana, así como proteínas de una gama más amplia de tejidos, como la sangre, el cerebro y la médula ósea.
Ambas dietas produjeron cambios metabólicos y en los microbiomas de los participantes, lo que provocó cambios en la abundancia de especies de bacterias intestinales que anteriormente se habían relacionado con las dietas.