Las hormigas Matabele (Megaponera analis), ampliamente distribuidas al sur del Sahara, tienen una dieta específica: solo se alimentan de termitas. Y dado que las termitas usan sus poderosas mandíbulas para defenderse, es frecuente que las hormigas resulten heridas al tratar de alimentarse.
Cuando las heridas se infectan, el riesgo de supervivencia es alto. Sin embargo, las hormigas Matabele han desarrollado un sistema de atención médica sofisticado: pueden distinguir entre heridas no infectadas e infectadas y tratar eficientemente estas últimas con antibióticos que ellas mismas producen. Así lo afirman investigadores de la Universidad Julius-Maximilians-Universität (JMU) de Würzburg, Alemania, y de la Universidad de Lausana, Suiza, en un estudio publicado en Nature Communications.
Las hormigas pueden reconocer el cambio en el perfil de hidrocarburos de la cutícula cuando la herida está infectada, tras lo cual aplican compuestos antimicrobianos y proteínas. Se trata de antibióticos que provienen de la glándula metapleural, ubicada en el costado de su tórax. Esta secreción contiene 112 componentes, la mitad de los cuales tiene un efecto antimicrobiano o de curación de heridas. Según hallaron los investigadores, la tasa de mortalidad de los individuos infectados se reduce en un 90%.