Durante unas vacaciones en Costa Rica, una niña estadounidense de tres años fue mordida en el dorso de la mano por una iguana. Aunque recibió tratamiento con amoxicilina oral durante cinco días y la herida sanó rápidamente, cinco meses después desarrolló un nódulo rojo ligeramente doloroso en la zona mordida, que creció con el tiempo.
Tras una intervención quirúrgica en Estados Unidos, se extrajo un material denso y purulento que, según el análisis de laboratorio, confirmó la presencia de Micobacterium marinum, una micobacteria no tuberculosa que crece lentamente y tiene un período de incubación de hasta nueve meses. Se encuentra en aguas dulces y saladas y ha causado infecciones oportunistas en humanos que nadan, trabajan en acuarios o tienen peceras. Es la primera vez que se describe una infección por mordedura de iguana.
El caso fue reportado en Emerging Infectious Diseases.